3 de diciembre de 2009

LA NAVIDAD EN HUAYLLAHUARA

Reza Poma Elmer

Huayllahuara es un una comunidad huancavelicana situada a 3896 m.s.n.m. Como todo pueblo de las serranías del Perú está ubicada entre los campos agrestes de los andes, entre la puna y el valle, entre el frío intenso y el clima templado. Sus pobladores son humildes campesinos dedicados a la pequeña agricultura y la ganadería. En sus suelos crecen la papa, la cebada, el trigo y en las partes más bajas crece el maíz.

Del 24 al 28 de diciembre se celebra la fiesta de navidad en homenaje al nacimiento del niño Jesús. Se tiene conocimiento que estas celebraciones no tienen un origen andino, si no que fueron los españoles que, a través de la evangelización y la extirpación de idolatrías en los pueblos serranos, impusieron como símbolo de civilización y vida cristiana. Desde entonces por estos lugares – Huayllahuara, Moya, Vilca y las comunidades de la zona altina del Canipaco – organizan grandes fiestas reuniendo a los compoblanos e hijos residentes en diferentes ciudades del país. Estas fiestas son pues una fiesta colectiva.
En cada una de estas comunidades las características de las fiestas de navidad tienen pequeñas variaciones como en los disfraces, los bailes, las orquestas, etc. Sin embrago, por lo general, tienen las mismas características, los mismos usos y las mismas costumbres.

En Huayllhauara, la fiesta comienza el 24 de diciembre al atardecer, casi a la anochecida. Se escucha los primeros cohetes de carrizo, los mayordomos[1] con su coca colgada en el brazo izquierdo en manteles floreados y su jarra de caña invita a cada asistente. La orquesta, después de afinar sus instrumentos, se dispone a tocar la pascua. Dentro de algunas horas de realizará el Belén Wuatay[2]. La gente se va reuniendo paulatinamente en la plaza principal, algunas mujeres se sientan en las esquinas cuchicheando y esperando la hora para entrar a la iglesia para ver la nueva ropa que vestirá el niño Jesús y los santos que lo acompañan. Los niños se han reunido para jugar, forman grupos y de cuando en cuando generan ruidosas discusiones y carcajadas.
La iglesia, ubicada en la parte norte de la plaza, es una casa de tapia forrado con yeso, tiene una puerta inmensa y en la entrada se extiende unas escaleras de cemento que conduce a la plaza, a sus costados hay espacios libres en el que las personas se acomodan para presenciar la fiesta. Las luces ya están encendidas, algunas ceras y flores ya están colocadas cerca de las andas.

A las 7 de la noche aproximadamente, se empieza el Belén wuatay, algunos hombres se disponen a colocar los carrizos, otros, ordenan la paja y el ichu. Afuera la orquesta tocando la pascua, algunas mujeres entran sacándose el obrero, como símbolo de veneración, encienden las ceras que traían especialmente para ese objetivo y silenciosamente se colocan en algún lugar para ver el nacimiento. Los mayordomos observan sigilosamente todo el proceso, las prendas de los santos que se encontraban hasta entonces en su poder son devueltas. Los nuevos vestidos que usará Jesús este año tienen algunas características que le diferencia al año anterior: tiene brillantes dorados en los bordes y bordados de tela en el medio. El pesebre está armado con carrizos y atados con hilos de magué; como ornamento están las flores multicolores elaboradas con papel, las infaltables flores de la cantuta, maíces, papas y otros productos de estas tierras. El niño Diosito o tayta Dios, como dicen los compoblanos, es colocado en el centro, la virgen María y San José se colocan en los costados con la mirada hacia el niño Jesús, más atrás se observa a los reyes magos y en la parte delantera están los animales del pesebre. Todo esto está rodeado por las luces navideñas, cuya melodía nos transporta a una surte de reflexión y asombro. El armado del nacimiento está completado. Todos los concurrentes se someterán ahora a las órdenes del sacristán para rezar y cantar. Se hace evidente la fe y la devoción, una extraña alegría rodea el ambiente, pareciera que la gente se ha olvidado de sus problemas y sus conflictos, todo es paz y armonía, la gente se torna amable y respetuosa. La religiosidad se ha impuesto en este pequeño templo pueblerino.
El día 25 de diciembre es el día de Pascua, los mayordomos varones salen en  terno y las mujeres en vestido, con la coca y el trago en el brazo izquierdo. Los bailarines varones (pastores) lucen con sus disfraces bordados de colores, un sombrero de cartón forrado con telas bordados de colores matizados que forman flores y dibujos, una capa que cubre su espalda igualmente bordado y con algunos brillantes que con el movimiento reflejan la luz del sol, otras dos pequeñas capas que cubren los muslos y parte de las piernas también bordados y con brillantes y, finalmente, una sonaja y un pañuelo. Las bailarinas mujeres (niñas) en cambio, portan un vestido de tela con blondas, un sombrero de macora con flores y un collar de peluche, un delantal bordado y generalmente portan un paraguas. Este día la orquesta esta autorizado para tocar solamente la pascua, quizá más tarde tocará un huayno o una moliza. Es un día de devoción y fe. Como a las diez de la mañana se dará inicio a la misa. Es un encuentro entre el cura, el sacristán y el pueblo. El ambiente se transforma en un total sincretismo silencioso, casi nadie habla, todos tienen la mirada fija, nadie tiene sombrero y así todo se va convirtiendo en armonía humana con olor a incienso. Terminada la misa, los santos saldrán en las andas a la plaza, dará una vuelta y regresará nuevamente a la iglesia. Los feligreses acompañan todo el recorrido al ritmo unísono de la pascua.
Curiosamente es en la anochecida que la plaza empieza a llenarse de gente, aparecen por todas las esquinas, poco a poco van ingresando y sumándose a la cola de bailarines que forman círculos. Algunos, que habían llegado antes, se notan ebrios y empiezan con el guapeado. En todo el contorno de la plaza se han instalado pequeñas carpas donde se vende “caliente”[3], cerveza, salchipapas, comida, etc. Ahora el pueblo se ha convertido en ambiente de fiesta y regocijo, ya nada importa sino la alegría y la diversión. Esta fiesta es, pues, un reencuentro entre los amigos y familiares que se habían ido y ahora regresan de cualquier lugar, con novedades y cambios; algunos habrán formado sus familias, otros habrán concluidos sus estudios superiores, aquellos habrán trabajado…. y así el ambiente festivo es por dos motivos principales: la pascua y la reunión de las familias.
El día 26 es el Central. Este día es el elegido para exponer los mejores disfraces, los mejores conjuntos, la mejor orquesta. Es este día en el que los pastores y las niñas mostrarán los mejores pasos y la mejor armonía en el baile. Los guiadores[4] van adelante ordenando a sus esquinas[5] y organizado el recorrido, y el guapeado. Del mismo los familiares de los mayordomos obsequiarán lanas de carnero, dinero, etc. que son colocados alrededor de entre el hombro y las costillas. Con estos obsequios recorrerán toda la plaza bailando, repartiendo la coca y el aguardiente. La población por su parte recurrirá más temprano a la fiesta y estrenarán nuevas ropas. Después de un arduo examen de baile y calidad musical de las orquestas un jurado especial se encargará de designar a los mejores. Esto representará el orgullo familiar del mayordomo por lo que se genera gran expectativa. En la noche se habrá abarrotado la plaza, la gente se ha olvidado del mundo y no hay más que celebración, baile y mucho licor.

El día 27 continúa la fiesta. Es el día del agradecimiento. Los mayordomos agradecen a aquellos que ha obsequiado dinero, lana, cerveza, etc. Por lo general, les hace el convido[6] haciéndolos llamar a su casa. Les invita a vestirse de pastores y niñas y salen a la plaza. En este día se ha evidente que La fe y la religiosidad se van transformando en mera diversión y celebración. Son pocos las personas que ingresan a la iglesia a dejar sus ceras y sus flores; la mayoría están más ocupados en espectar y participar de la fiesta.
El último día, el 28 de diciembre, es el wuasicay. Es el día en el que se agradece a los que se han dedicado a preparar la comida para los asistentes. Los cocineros y los mozos salen con sus ollas, cucharones y fuentes para bailar en la plaza vestidos de pastor o niña. Y como todo último día genera un poco de nostalgia en la población, es el último día del festejo, la gente se embriaga, baila, se arrastran formando grandes cadenas humanas. Se termina la fiesta…hasta el año siguiente.

_______________________________________________________
[1] Los mayordomos son las personas que se encargan de organizar la fiesta de navidad, con el apoyo de sus familiares contratan la orquesta, preparan comida para todos los asistentes, proveen de trago, cerveza, mandan a hacer la ropa del niño. Los mayordomos corren con todos los gastos que implica la fiesta. Éstos, por lo general, son elegidos en los últimos días de las fiestas por voluntad propia, es decir, la mayordomía es voluntaria.
Si bien los mayordomos organizan la fiesta, los pobladores están en la obligación moral de ayudarlos en los preparativos. Dos a cuatro meses antes se realiza el yantacuy que implica abastecerse de leña para cocinar los días de fiesta, para lo cual la población en una faena hacen la leña para entregárselo al mayordomo, para lo cual los mayordomos deberán de contratar un conjunto de músicos integrados por una flauta, un tambor y un wacrapuco.

[2] El Belén wuatay es el armado del nacimiento de Jesús con ichu, carrizo e hilos de magué simulando el pesebre de Belén.
[3] El caliente se prepara con chancaca, agua hervida caliente, aguardiente, limón y miel. tradicionalmente éstos se expendía en botellas de cristal, pero actualmente se hace en botellas de gaseosa descartables.
[4] Los Guiadores por lo general son familiares muy cercanos a los mayordomos y tienen la función de guiar y organizar a los bailarines.
[5] Una esquina está integrada por dos pastores y seis niñas.
[6] El convido consiste en un potaje en el que se sirve pan de trigo, boñuelos y carne.

15 de mayo de 2009

EL TRABAJO COMO PASATIEMPO


Estoy leyendo a Kim Woo – Choong. En el capítulo sobre El trabajo como pasatiempo, leí lo siguiente: “Si consideras el estudio o el trabajo como una obligación, se vuelve una carga, pero si lo consideras como un pasatiempo (…), se convierte en algo atractivo”. Personalmente estoy totalmente de acuerdo con esta teoría. Considero que si esto lo lleváramos a la práctica y lo afirmáramos como una filosofía, la vida de la humanidad se transformaría por completo. Sin embargo, desde que tengo uso de la razón, siempre me han inculcado el trabajo como una obligación. Cuando llegué a los cinco años de edad me dijeron que ya estaba grandecito y que tendría que ayudar en el trabajo que era duro, quizás las cosas serían diferente si me hubieran dicho: ¡que bueno… ya tienes cinco años y llegó el momento en que sientas el placer del trabajo!. Luego, ya de más edad, mi padre me obligaba a trabajar mucho más aún ante mi negativa. Siempre me tildaba de ocioso y si no trabajaba me regañaba y me comparaba con otras personas. Ahora que tengo mis hijos, todo el mundo me repite que tengo que trabajar por mis hijos, que ya se acabaron la diversión y los ratos libres. Escucho también a mucha gente quejándose que no le queda otra que trabajar, que la vida es difícil, etc. ¡Cuán diferente sería nuestras vidas si tomáramos el trabajo como un pasatiempo…!.

28 de abril de 2009

SOCIEDAD Y LITERATURA

Reza Poma, Elmer*


Desde mi condición de lector profano de la literatura, quizá no es mucho lo que puedo decir acerca de lo que es la poesía y mucho menos lo que puede ser un poeta tal como lo conciben los probos en la materia, así que hoy no voy a definir lo que es un poeta ni lo que es la poesía, sino que voy a tratar de explorar lo que los poetas y la poesía puede hacer por la sociedad, es decir, cómo el sujeto y su pensamiento pueden influir negativa o positivamente en la forma como se concibe el mundo, la vida, el amor, etc.
Salomón Valderrama, poeta peruano, en un artículo publicado en Internet se preguntaba: “¿Existe algún papel para los poetas en la actualidad?”. La pregunta me parece muy puntual y creo que merece también una respuesta puntual: Si. El papel de los poetas consiste, a mi entender, en develar las injusticias, los atropellos, los actos indebidos de los hombres de su época, al mismo tiempo que alaba la belleza, la hermosura, y se exalta ante lo perfecto. El papel del poeta está pues íntimamente ligada a la vida misma, a la realidad que le rodea y al momento histórico en que vive. El poeta entonces expresa lo vivido.
En nuestro contexto particular se habla, y creo que con razón, de que los jóvenes poetas no están asumiendo el rol que les corresponde con la responsabilidad debida, sino que más bien estarían asumiendo una actitud de apatía e indiferencia, “ejerciendo” la poesía como una afición o hobbie; sin embargo no todos asumen esta actitud, hay jóvenes poetas que se entregan por completo a la poesía, y creo que un ejemplo concreto es precisamente el “Circulo Literario Tinta de Mi Sangre”, así como otros círculos y movimientos literarios que debemos reconocerle su esfuerzo y su perseverancia. Creo que es el momento en que nuestra generación haga nueva literatura, que muestre y exprese la belleza de lo nuestro, pero también sus males y problemas. Creo que es el momento que debemos empezar a mirar lo nuestro con sus virtudes y defectos.
Como lector crítico, he notado que hay quienes escriben compulsiva e erráticamente, sin propósito definido y tienen cabida en el mercado, lo que no quiere decir que sea una literatura útil. Recuerdo aquí a una amiga extranjera que me dijo en una oportunidad: “aquí en Perú muchos escritores no saben ni lo que dicen, divagan en mundos vacíos y no llegan a ninguna parte y creen que por que tienen aceptación están haciendo lo correcto lo cual es, de antemano un error de cálculo”. Creo que es momento de dejar esa literatura ociosa y empezar por tomar una postura mucho más seria, más profesional, con un propósito definido. Según Jaime Jaramillo, “el propósito de todo escritor que empieza es el de ser un gran escritor. Pobre Cervantes, pobre Shakespeare – dice el escritor que comienza - , ahora les voy a dar una lección. Aparte de ese propósito no tiene ningún otro, y por lo tanto se queda sin alternativa”. Como poetas y escritores creo que se debe tener más que solamente el propósito de ser buenos escritores, un propósito para con la comunidad, para con la sociedad y para con la humanidad.
Los países desarrollados forman escritores por que necesitan escritores, los países pobres lo necesitan mucho más e irónicamente forman menos escritores, hay menos incentivo al desarrollo de la literatura. Nosotros somos un país pobre por lo que requerimos de escritores para nuestro país. Seguramente que muchos de ustedes han pensado en la posibilidad de irse al extranjero para desarrollarse, pues hoy les digo, con las palabras de Jaramillo, que un escritor de un país subdesarrollado que escribe para un país desarrollado es un escritor subdesarrollado. Escribir para nuestra región, para nuestro país y desde nuestro país es un propósito noble de querer salir del subdesarrollo y creo que ése es un buen propósito para un escritor. Los escritores que solamente están interesados en si mismos, en ser aplaudidos, en ser admirados por su “obra”, en el dinero para su bolsillo y en el reconocimiento para su futura eternidad, son escritores mediocres, por que no buscan el desarrollo de su localidad, de su país sino que buscan sólo satisfacer su orgullo y su vanidad. Huancayo, Junín, Perú necesita más que nunca escritores que contribuyan a rescatar nuestra identidad, nuestra cultura, nuestro idioma; que ayuden a identificar las soluciones a nuestros problemas, que piensen y haguen pensar sobre nuestra realidad.
Así, la literatura a través de nuestros escritores nos permitirá ubicarnos en nuestro contexto histórico, para identificarnos y conocernos a nosotros mismos, para comprender nuestra sociedad y sus actores, sus debilidades y sus fortalezas expresadas de la manera más amena y muchas veces anecdótica que es la vitalidad de la literatura. Cuando uno lee poesía, cuento, novela, etc. muchas veces nos sentimos protagonistas y nos identificamos con ciertos personajes lo que nos conducirá a reflexionar sobre nosotros mismos y hasta producir una autocrítica lo que tanta falta nos hace. En los niños la literatura es fundamental, ayuda a formar la personalidad y el carácter, he ahí la responsabilidad de los escritores de generar una literatura propia que refleje nuestra realidad que valore la cultura y no lo foráneo, lo extraño.
Debemos tener en cuenta que la literatura no sólo es una forma de describir un contexto sino también una manera de interpretarlo. La responsabilidad de los escritores para con la sociedad, la responsabilidad ética y moral consistirá entonces en ser un paradigma de pensamiento y acción. La sociedad espera en los escritores una congruencia entre lo que dice y lo que hace; entre lo que escribe y lo que practica. El hecho de que los científicos sociales recurren a la literatura para sus análisis es también una forma de demandar seriedad a la literatura y a los que hacen literatura.
En una sociedad en el que está latente la exclusión, la marginación y la discriminación; y que esta sumida en la pobreza y el hambre, la presencia del escritor no debe desvanecerse. Y en un mundo globalizado en el que el amor tiene más bien un carácter práctico que sentimental, la presencia del poeta es imprescindible para hablar de amor, amor sublime, amor humano.
Gracias




1 Discurso pronunciado en la presentación del poemario “Mi amor y sus poemas cursis” de Gabriel Vásquez Ninahuamán por el Circulo Literario “Tinta de mi sangre”, Huancayo 2006.
* Egresado de la Facultad Sociología de la UNCP.

LOS POBRES NO SOMOS POBRES

Reza Poma, Elmer



Nací en el anexo de Illaco-Unión, distrito de Huayllahuara, provincia y departamento de Huancavelica. Mi padre de origen moyano[1] solía decirnos que su raza era superior a la raza “india” porque, según él, pertenecía a la raza europea, española y su apellido seria la muestra de su pertenencia a esta estirpe: Reza Salas. Mi madre por el contrario, huayllahuarina de pura sangre pertenece a la raza netamente “indígena” y al águila que alude uno de sus apellidos lo develan inmediatamente: Poma Huamán. Mis hermanos y yo decimos con orgullo que somos mestizos y nos sentimos identificados con nuestra raza, porque así es el Perú, un país multicultural y multiétnico. Hoy en día no existe raza pura en el Perú, todos somos mezclas y corren por nuestras venas sangre de negros, de blancos, de cobrizos, de amarillos, etc. y eso, creo yo, le hace rico y majestuoso, porque no hay país en el mundo que refugie tantas razas, tantas culturas, tantas formas de organización en un mismo territorio.
Durante mi niñez he vivido en precarias condiciones. No tenia juguetes como lo tienen hoy los niños, los zapatos “7 vidas” de mi mamá era mi carro favorito hasta los 5 años cuando mi papá nos compró un carrito de plástico que lo adorábamos mucho mi hermano y yo y jugábamos con mucho cuidado y delicadeza para no deteriorarlo, ya que era lo único que tenia llantas de verdad y una cómoda canastilla para llevar nuestros “paquetitos”. Sin embargo, la pobreza que he vivido en mi niñez me ha sido más beneficiosa que cuando hubiera tenido todo. La pobreza que generalmente se define como la carencia de medios económicos y cosas materiales me ha servido para desarrollar mi creatividad y mi ingenio, me ha ayudado a pensar y reflexionar sobre las cosas de mundo, de la naturaleza, del hombre y de todo lo que me rodeaba. Como no tenía carros, aviones, ni barcos, construía juguetes de barro; primero de manera rústica y sencilla, después lo mejoraba construyéndolo con el interior vacío y luego pensaba en nuevos modelos, muchas veces raros y extraños. Cuando consideré que tenía suficiente destreza con el barro, comencé a tallar maderas y piedras, todos con formas de juguetes: construía platos, tasas, muñecas, etc. Ahora veo con mucha tristeza cómo los niños están entretenidos con una cantidad de juguetes, todos construidos en fábricas industriales o juegos en computadora, nintendo o pinball negándose toda posibilidad de creación o inventiva.
En lo que se refiere a mi vestimenta me tenía sin cuidado, tenía chompas que tejían mi mamá, y los pantalones que me compraba mi papá en la ciudad y los buzos tejidos de lana de oveja. Sin embargo, lo que más recuerdo son los zapatitos de cuero que nos compró mi papá para ir a la escuela, recuerdo que en unos cuantos meses, por falta de pomada de lustrar y por jugar a la pelota, se hicieron hueco las puntas y así terminamos toda la escuela. Puedo decir con toda certeza que durante mi niñez no me he sentido pobre jamás aunque oficialmente lo era y había aprendido a vivir mi pobreza de manera provechosa.
En la adolescencia, salíamos al campo con mi prima a cuidar los animales. Ella tenía una muñeca que tenía por nombre “Jaimito” a quien solía tejerle el vestido, así que me interesé en aprender a tejer y así lo hice; tejía los calzoncillos de Jaimito de tal manera que le quedasen exactos, después pasé a tejer chalinas y luego medias para usarlo durante el invierno. Sin embargo, quisiera contarles algo que me parece esencial: cuando en una oportunidad, en el cuarto que nos servía de dormitorio, hilaba tranquilamente la lana, mi mamá que estaba a mi lado con mi hermanito en brazos empezó a cantar: “mujer, mujer...mujer hilandera…”, fue cuando me di cuenta de que las cosas que estaba haciendo era “cosas de mujeres”. Cuento este pasaje de mi vida porque con la pobreza sucede algo parecido: no sabes que eres pobre hasta que te dicen que “eres pobre”.
Confieso que aún cuando iba al colegio con chompa de lana de oveja o zapatos de jebe no me sentía pobre; pero cuando leí en un informe de un periódico en el que decía que Huancavelica era uno de los departamentos más pobres empecé a sentirme pobre, empecé a indagar que era pobreza y por que llamaban a algunos pueblos en situación de pobreza. De todo lo leído e investigado, he llegado a la conclusión de que se ha hablado más de pobreza que hacer algo por ella y antes que enseñarle a la gente pobre la riqueza que tenemos en cultura, en organización, en productos alimenticios, etc. se han dedicado a decirnos que somos pobres por esto o aquello.
En tal sentido la conclusión a la que llegue es que el reto para los gobernantes, científicos y profesionales no está tanto en combatir la pobreza sino en entender que los pobres podemos generar riqueza a partir de nosotros mismos, sin asistencialismos que, muchas veces, antes que mejorar la situación nos hace sentir más pobres y creemos que somos incapaces de desarrollarnos y superar la situación sin el apoyo continuo del Estado.


Illaco Unión, Octubre 2006

23 de abril de 2009

EL CÍRCULO VICIOSO DEL DESTINO DE LA HUMANIDAD


Reza Poma, Elmer

Curiosamente el destino de la humanidad se torna cada vez más evidente, se avizora un final paulatino, cuyas características es un retorno al principio. Es como si el hombre volviera, sin darse cuenta, a su estado natural, en el que se manifiesta incapaz de gobernarse a sí mismo. Es evidente que en el mundo moderno de hoy, el hombre como individuo no tiene casi ninguna relevancia como lo fue en su estado salvaje, primitivo. Así como en el primitivismo se requería de hordas y bandas para sobrevivir, ahora se requiere de organizaciones e instituciones. El hombre es social por naturaleza, se dice. El hombre solo no vale nada.
El hombre actual, en tanto, se mueve en torno a la economía, lo cual es determinante para su vida. En este sentido, si damos un vistazo a la economía de nuestro tiempo no repararemos con toparnos con términos como globalización y libre mercado ¿En que consisten estos fenómenos? De manera resumida éstos no aluden y enaltecen sino a la competencia (desde luego, a la competencia entre regiones, entre países, entre hombres).
Como bien lo grafican Linda y Vicente Yamazaki, la globalización y el libre mercado son como una gran cancha de juego, en el cada país con sus tradiciones y costumbres, su nivel educativo, su desarrollo tecnológico y cultural y su criterio administrativo se ve obligado a ingresar a la cancha de juego de la globalización, entiéndalo o no, tenga capacidad o no. Todos pueden participar en el juego, no importa el origen, ni las creencias, ni la raza, pero hay reglas y sólo califican los más aptos. A fin de cuentas esto ya había vivido el hombre en el primitivismo en su dura lucha con la naturaleza; ahora le toca, irónicamente, librar duras luchas con el propio hombre en el que sólo el más fuerte sobrevivirá.
La globalización y el libre mercado, es entonces, un retorno inconsciente del hombre al primitivismo, con la diferencia que ahora los hombres tenemos pudor, vestimos de cuerpo entero y somos fácilmente “domesticados”. Sin duda que en esta tenaz lucha, los candidatos a no sobrevivir serán los países pobres y empobrecidos y los que tienen el inevitable destino de la extinción. A estas alturas y en estas circunstancias cabe preguntarse si la educación ahora tiene un fin supremo. Desde mi perspectiva la educación ya casi no tiene sentido, muchas veces hasta es retrógrado: si en la era primitiva se producía la competencia por falta de educación: ahora se educa para competir. ¿Dónde está el progreso?